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Cultura del pueblo Mapuche en Argentina.

Pueblos originarios de Argentina

Caleta Olivia
Caleta Olivia

Cultura del pueblo Mapuche en Argentina.

Pueblos originarios de Argentina

 

 

Son los llamados araucanos, pueblo originario del territorio chileno, con amplísima difusión en la Argentina, donde llegaron a ocupar en tiempos de la colonia todo el territorio pampeano y el norte de la Patagonia hasta parte de Santa Cruz, hace unos 250 años.
Con esta inmigración, se dio un proceso de adaptación y fusión con los pueblos anteriores a su llegada, sin grandes violencias y desplazamientos.
Se resistieron a la penetración blanca y fueron desplazados hacia el sur donde ofrecieron una tenaz resistencia y comenzaron su migración hacia la Patagonia y la Pampa.
Su estatura era más bien baja y su cabeza corta. En Chile eran agricultores, cultivando maíz, papas, ají, porotos, zapallo, y otros vegetales. Al pasar a Argentina se dedicaron a la caza y a la recolección, adaptándose a la vida nómade.
Usaron el toldo como vivienda que transportaban de un lugar a otro. Dormían sobre pieles de oveja.
Vestían con chiripa y poncho, y como calzado utilizaban botas de cuero. Las mujeres se peinaban el cabello con dos largas trenzas y se cubrían con mantas sujetas a la cintura con fajas de colores. Usaron como armas las boleadoras, que llevaban atadas a la cintura, la honda y la lanza de varios metros, que en la época de la conquista usaron contra los españoles, especialmente después de la adopción del caballo. Como armas defensivas usaban una especie de casco de cuero crudo y un escudo.
Su lengua, el mapuche, se fue imponiendo a todos los indígenas anteriores.
Eran polígamos: tenían tantas esposas como se lo permitía su riqueza.
Si bien la idea de un ser supremo es consecuencia de la influencia cristiana, todavía hoy se celebran entre ellos maravillosas fiestas paganas que respetan sus antiguas creencias, las más famosas de las cuales es el NGUILLATUN, donde se dirigen plegarias a NGUENECHEN, el señor de los indios, «dueño de la gente». En su desarrollo realizan varios ritos entre los que sobresale la danza llamada loncomeo, una de cuyas figuras era el choique purrún, en la que los bailarines imitan los movimientos del ñandú o choique.
Y es fundamental la intervención de la machi, shaman, médica o hechicera.
Era la encargada de curar, mediante hierbas y otros procedimientos como, ensalmos, sacrificios de animales y bocanadas de humo. La ceremonia se efectúa en un mallín o vallecito y allí se levanta el altar o rehue formado por cañas o mástiles plantados.
Los colores del nguillatún son el azul (el cielo) y el amarillo (el sol), y a veces el verde (los pastos).

 

 

Instrumentos musicales indígenas

 

El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en esta tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.
Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrun, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue, o violín araucano.

  • Cultrun:
    Tambor hecho de un trozo de madera ahuecado, con forma de timbal. Está forrado con un cuero de caballo bien estirado. Se lo percute con un solo palillo cuyo mango esta adornado con hilos de colores.
  • Pifilca:
    Es una flauta construida de madera o hueso. Es corta y suena como un pito. Se la lleva colgada del cuello mediante un cordón. En la actualidad se la construye con tallas de madera de unos 30 a 40 centímetros. El tubo está cerrado en su extremo inferior y se lo perfora más o menos hasta la mitad de su largo. Emite un solo sonido y esta única nota se mezcla en el curso del canto o del conjunto instrumental sin relación rítmica ni tonal con el resto.
  • Trutruca:
    Este instrumento está construido con una caña colihue, de hasta unos cuatro metros de largo. Se la parte por la mitad para ahuecarla. Luego se juntan las dos mitades con un hilo de lana y se la forra con tripa de caballo. En uno de sus extremos se coloca un cuerno de vaca y por el otro se sopla. Su sonido parece el bramido de un toro y representa la fuerza de la tribu. Es uno de los dos tipos de grandes aerófonos existentes en nuestro país (el otro es el erke).
  • Quinquercahue:
    Tenía dos arcos (generalmente de huesos de costilla) complementado por una sola cuerda de crines de caballo. Se tocaba apoyando, con la mano izquierda, uno de los arcos – cuerpo del violín – contra los dientes incisivos superiores. La mano derecha, a su vez, pasaba la cuerda del otro arco – arco del violín – sobre la anterior, produciendo un sonido quejumbroso y doliente.
  • Lolquin:
    De hechura similar a la trutruca pero mucho más pequeño. Se fabrica con la caña del cardo llamado troltro.
  • Clarín:
    El clarín fue conocido a la llegada de los españoles y fue imitado con materiales de la zona (cañas vegetales y madera).
  • Cullcull:
    Era la corneta con la que se daba la señal de alarma ante una emergencia y también en la guerra. Se hacia con cuernos de buey.
  • Pinquilhue:
    El pinquilhue, de épocas remotas, era algo así como un flautín fabricado con el tallo del colihue.
  • Caquel cultrum:
    Es un tambor confeccionado con el corte hueco de un tronco.
  • Huala:
    Especie de maraca, es una calabaza que suena con pepas secas y a veces piedrecillas.
  • Cada Cada:
    Son grandes conchas que suenan frotando sus bordes y caras rayadas. Varios de los instrumentos
    citados suelen ejecutarse, todos a la vez, durante las ceremonias rituales: nguillatunes y machitunes.

 

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